Uno de los aspectos más interesante del debate que suscitó la candidatura de Sonia Sotomayor fue el relativo a su capacidad para respetar y conocer los límites de los que se conoce como la máquina silogística, operación que se pone en movimiento cuando hay conflictos entre la democracia y la revisión jurídica y que exige del juez “decencia”, es decir, respeto por los precedentes, por el texto constitucional y por los principios de la democracia (1). Un magistrado “decente” debe saber cuándo remitirse a los padres fundadores y cuándo ir más allá sentando jurisprudencia y haciendo evolucionar los preceptos. Las explicaciones de la Juez Sotomayor, afirmando que la experiencia personal afecta a los hechos que el juez elige mirar, por lo que la imparcialidad casi siempre es imposible, desataron la polémica y el magistrado David Souter consideró que Sotomayor era una “activista judicial” y, por lo tanto, carecía de la imparcialidad necesaria para ocupar el cargo. Sin embargo, el Brennan Center, cuyo nombre hace honor al juez William J. Brennan, magistrado a quien Sotomayor substituye, logró poner en evidencia que las decisiones tomadas durante su trayectoria como juez no respondían, para nada, a lo que se conoce como “activismo judicial”. Así, pues, sabemos hoy mucho más de las competencias de la Juez Sotomayor que de la trayectoria o méritos de cualquiera de los magistrados que integran el Tribunal Supremo de Justicia Venezolano. Así, pues, información y transparencia es lo que diferencia a la democracia del populismo autoritario del siglo XXI.
(1) ver texto de la Brennan Center. http://brennan.3cdn.net/e6e966695914f5babd_cqm6ipvuy.pdf
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