jueves, 16 de julio de 2009


En Venezuela el tiempo se ha detenido: al leer las noticias o las crónicas de opinión uno lee las mismas cosas que se escribían... ¡hace 10 años! Como si el tiempo no transcurriera.
Esta es, quizá, una de las facetas típicas de esos períodos llamados de revolución y, sin duda, es francamente su rostro más curioso. Todo indica que aquello que designamos pomposamente con la palabra REVOLUCION no es más que ruido de cáscaras. En los hechos, las revoluciones son retrógradas: terminan dirigidas por ancianos, que luego de 50 años en el poder dejan a su alrededor un rastro de ruinas, reflejo de su propia decadencia.
Sin duda, prolongarse en el poder tiene algún efecto positivo: conservan las cosas tal como están... o, más bien, como estaban al origen de la revolución. La Habana es un magnífico ejemplo, hecho que, algún día, celebrarán los conservadores del patrimonio mundial de la humanidad si la ciudad no se desploma antes de que lleguen los restauradores.
Así, pues, el "conservadurismo" de los revolucionarios puede terminar cerrando la boucle del tiempo y, como en las imágenes de Escher (METAMORFOSIS, en el recuadro) , los cubanos terminarán por encontrar el futuro: cuando muera Fidel y regrese el movimiento a la isla no habrá contaminación y todo podrá ser bio. Una delicia para la nueva generación BB.