En fin, la novela de Padura vale la pena. Está muy bien escrita y se lee de un tirón. Curiosamente, la Habana que nos muestra Mario Conde, con sus barrios bajos, sus jineteras, sus traficantes y mafiosos, devuelve la revolución al punto de partida de hace 50 años: la misma corrupción que en la época Batistera pero con una novedad: además de la ganga del turismo sexual barato, hay hambre en bruto, mucha frustración y sobre todo mucho miedo.
Sí, la vida de los personajes transcurre huyendo del miedo. Miedo a ser descubierto o delatado pues en la Isla de Cuba, ese parque temático de la revolución, rige el orden de la desconfianza: el que tienes al lado es potencialmente tu enemigo y, si te descuidas, te acusará de traidor o gusano o escuálido o cucaracha. Por eso se miran de reojo, se observan con disimulo y se desgastan evitando ser descubiertos por negociar una langosta o venderle a un turista un libro viejo.
¡Es sorprendente lo caro que resulta organizar una sociedad sobre la base de la desconfianza: hay que vigilar a todos y luego vigilar al que vigila y así sucesivamente!
Esto es, exactamente, lo contrario de la democracia cuyo gran valor radica en la capacidad para generar confianza en los demás y en las instituciones.
1 comentario:
me han dicho que no se pueden enviar mensajes y estoy probando. Prueba, Prueba
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